Volvieron una noche a poner las notas sobre la mesa, a desgranar canciones que no han envejecido un ápice, a invitarnos a repetir el antiquísimo rito de reunirnos en torno a las palabras que no han de olvidarse, a las historias que no deben perderse. Volvieron en Olavarría un 21 de septiembre, con la primavera, con el renacer de brotes y colores. Volvió Facón y fue carnaval, fiesta, nostalgia, denuncia, testimonio, baile, abrazos, lágrimas, un concierto de sentimientos entremezclados en la misma alquimia que vuelve su música inconfundible.
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La crónica del hecho corre el riesgo de quedarse corta a la hora de transmitir las sensaciones experimentadas en el Teatro Municipal. Guillermo “Turco” Chiodi y Federico “Pieri” Saldaño, miembros fundadores de la banda —casi veintiocho años atrás—, estuvieron acompañados por: Berna Lupo (batería), Ricky Rodriguez (guitarra, violín y voz) y Mosca Scillone (bajo, guitarra y voz) Nos encontramos con la presentación habitual del grupo en el escenario, lejos de los vedetismos, como si fueran un grupo de amigos que te reciben en su casa. El marco que los rodeó estuvo a la altura de la música, excelentes luces y sonido, en impecable trabajo de Morella Producciones.
El teatro los recibió colmado. Las palabras del escritor Bernardo Penoucos introdujeron la apertura del telón, ceremonia iniciadora de un recital que mantuvo en vilo a sus fans por dos horas y veintisiete canciones. Vamos a gritarle traicionero fue el primero de los coros compartidos por una platea memoriosa, jurando no nos vamos a olvidar. A continuación, el apoyo percusivo de los fans acompañó Baila Negrita para no abandonar al grupo en toda la noche. Pasó un set que incluyó temas de exquisita poética como Princesita o Qué jangada la vida, luego se las compusieron para alternar deliciosos acordes con la potente distorsión roquera en Cantaré. Guitarras acústicas y eléctricas, charango, bajo, violín, bombos, percusión, voces y coros trajeron, entre otras, Náufrago de amor, Los Corazones y Al pie del huracán, que generó un gracioso contrapunto sobre si era chacarera o no.
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Pieri Saldaño presentó la siguiente canción, y nos contó que fue la primera que tocaron juntos, sólo con guitarra y charango; así también comenzaron la maravillosa versión de El autobús que dio paso a la parte más vibrante del espectáculo. Sobre una nube generó un alto pico emotivo, coreada a capella por todos, coronada con un magnífico juego vocal del Turco Chiodi. Y de allí en más se sucedieron los hits. Pasaron entre otras De cartón vivienda, Superalado, Maquillando las noticias, Tu querer, para cerrar con Peleador. El escenario quedó vacío, y desde las dos plantas del teatro empezó a oírse Que ya la noche pide más…, una original manera de pedir otra. Entonces, la apoteosis con La mariposa y La luz más bella.
Volvió Facon. Se esfumaron dos décadas de nuestros huesos para situarnos en otras coordenadas temporales. Pasaron por la mente mil escenas que acompañaron las escuchas originales de las canciones, los recitales de la primera época, el boliche explotando con Peleador o La luz más bella. Añoramos aquella tarde que tocaba tus pies, tarde que quizá no vivimos en el plano material pero que sí experimentamos al cantarlo con ellos. La música tiene ese poder; las canciones, como la poesía, se graban en la memoria y traen consigo un mundo al que de otra manera nos es difícil acceder. Y de buenas canciones y poesía, Facon tiene mucho, su música ha resistido las décadas; como el vino bueno, ha logrado que le agreguen nuevos sabores para el disfrute.
Volvió Facon, volvió cuando más nos hacía falta.
Por: Juan Pablo Goñi Capurro